La palabra chimenea viene del francés cheminée y este de chemin que es tomado del latín caminus y este del griego kaminos (κάμινος), que significa hogar, estufa. En italiano es camino. Camino, referido al de los humos. Esta raíz también se da en otros idiomas. Aunque se refiere específicamente al humero, este nombre también se ha adoptado a menudo para denominar el conjunto de hogar y humero, especialmente cuando se trata de hogares de fuego.
En Hebreo hogar o fogón se dice קמין Kamin. En Griego κάμινος, kaminos, cămin en Rumano, En Danés: kamin, en Esperanto: kameno, en Latin: caminus.
Esta relación terminológica se puede basar en la proximidad de la chimenea al hogar. El hogar es donde se vive en privado, donde nos refugiamos de la intemperie y donde se puede encontrar la paz. También simboliza el vínculo social, el lugar desde el que nos encontramos juntos.
Esta relación terminológica se puede basar en la proximidad de la chimenea al hogar. El hogar es donde se vive en privado, donde nos refugiamos de la intemperie y donde se puede encontrar la paz. También simboliza el vínculo social, el lugar desde el que nos encontramos juntos.
El hogar es la fuente de vida, ya que no sólo produce calor, sino que también ilumina y le permite cocinar los alimentos. La casa simboliza el calor natural de la vida interior, el alma, el yo. La chimenea es el conducto de comunicación entre el interior más profundo (el hogar) y el mundo exterior. Pero más que el mundo exterior, el mundo superior: el mundo celestial! La chimenea es como una puerta que da acceso mediante una trayectoria vertical hacia el cielo.
Todo eso mediante el enfoque en el hogar. Enfocar se deriva del latín en ‘en’, + focus ‘hogar, chimenea’ por considerarse el hogar como punto central de la casa. Como recientemente hemos comprobado San Nicolás y Papá Noel voluntariamente usan este pasaje para descender desde el cielo y traer alegría en el hogar, regalos y magia.
En la obra “Svayamâtrinnâ Ianua Caeli”, Ananda K.
Coomaraswamy expone el simbolismo de la superestructura del altar védico, y más
especialmente el de los tres ladrillos perforados (svayamâtrinnâ) que constituyen una de sus partes esenciales. Esos
ladrillos, que pueden también ser piedras (çárkara),
deberían en principio, según su designación, ser “perforados de por sí”, es
decir, naturalmente. Como vemos, se trata de tres ladrillos o piedras de
forma anular, que, superpuestos, corresponden a los “tres mundos” (Tierra,
Atmósfera y Cielo) y que, con otros tres ladrillos que representan a las “Luces
universales” (Agni, Vâtyu y Aditya), forman el Eje vertical del
Universo. Por otra parte, en antiguas monedas indias se encuentra una representación de los “tres mundos” en forma
de tres anillos vinculados entre sí por una línea vertical que pasa por sus
centros.
Además, al permitir el paso de un mundo a otro, paso que se efectúa
necesariamente según el Eje del Universo, y ello en los dos sentidos opuestos,
son la vía por la cual los Deva suben
y descienden a través de estos mundos, sirviéndose de las tres “Luces
universales” como de otros tantos peldaños, conforme a un simbolismo cuyo más
conocido ejemplo es la “escala de Jacob”.