Este grabado de la Obra de Francesco da
Barberino, aparece cupido con unas abejas. Está tomado de su obra Documenti d'Amore. Tanto los Fieles
de Amor como los trovadores occitanos y provenzales, toman el lenguaje poético
como un vehículo mediante el cual se narran las experiencias de un proceso
espiritual consistente en invocar al Dios Amor y revestirse de una fuerza
interior que “despierte a la mente que duerme” en palabras de Cavalcanti, y
lleve finalmente a la unión con la Diosa Sabiduría, descrita siempre como una
“Dama”. Francesco da Barberino, en su obra Documentos de Amor, habla justamente
de esta Dama, identificándola con la propia doctrina metafísica, que al darnos
el Conocimiento, la Gnosis, nos conduce a la verdadera vida; lo mismo sostiene
Jacques de Baisieux en su Feudos de Amor cuando concibe a éste como vencedor de
la muerte, lo cual ya está implícito en la propia palabra Amor: “A-mor”, es
decir “no muerte”. Mas para alcanzar ese estado es necesario la pureza de
corazón (el “cuore gentile”), o sea el corazón liberado de las pasiones y
entregado enteramente a la contemplación de la Sabiduría, la que se derrama en
él como en un recipiente.
Me recuerda la obra Venus y Cupido
de Lucas Cranach el Viejo. El pintor alemán nos presenta en su cuadro a un Cupido
lloroso y acosado por un enjambre de abejas, que acude llorando y quejándose a
su madre.
Según dice entre lágrimas, una pequeña serpiente con alas le ha
mordido y no le queda sino esperar la muerte. Su madre sonriendo le contesta:
“Si el aguijón de una abeja tanto dolor te causa,, ¿cuánto mayor dolor no
atormenta a aquellos cuyo corazón atraviesas con tus flechas?” El argumento
está tomado de la Anacreóntica 35: Anacreóntica XXXV
Cierta
vez el Amor
entre
rosas jugando,
por
no ver a una abeja
que
dormía, fue picado.
Como
le fuera herido
el
dedo de la mano
gritó,
y hacia Citere,
corriendo
fue, volando:
"Perezco,
madre, muero
-Eros
dijo llorando-:
una
serpiente alada,
pequeña,
me ha picado
la
cual abeja llaman
quienes
labran el campo."
"Si
el aguijón -dijo ella-
de
la abeja has probado:
¿cuánto
crees que padecen
cuantos
sufren tus dardos?"
En
la tradición Hindú encontramos a su paredro Kamadeva, este aparece con su
cabeza adornada de flores; en su espalda se ve la aljaba con flechas
floridas.
Se
le suele representar como un hombre alado, joven y hermoso. Tiene un arco de caña de
azúcar con abejas
posadas sobre él y sus flechas
están decoradas con cinco tipos de flores fragantes. La cuerda está hecha con
abejas. Estas producen miel kama madhu: ‘la miel del deseo’ enganchadas entre
sí.
Su
nombre kāma significa ‘deseo sexual’ y deva: ‘dios’.
Quizá
mito más conocido respecto de Kāmadeva es el que cuenta su aniquilación y
posterior resurrección
en manos del Señor Shivá.
En el Kumāra Sāmbhava, Kandarpa (Kāmadeva) resolvió ayudar a la doncella Pārvatī para que se ganara
el amor del Señor Shivá.
Kandarpa disparó sus invisibles dardos de deseo contra Śivá para interrumpir su
meditación y permitir que Pārvatī se ganara su atención. Pero el ardid le salió
por la culata: Shivá se distrajo momentáneamente de su meditación, pero
inmediatamente se dio cuenta de lo que había sucedido. Se enfureció, abrió su
terrible tercer ojo
y con una sola encendida mirada prendió fuego a Kandarpa. El cuerpo de Kandarpa
quedó reducido a cenizas.
La
calamidad no era sólo personal, ya que la aniquilación de Kāma (el deseo
sexual), provocaría que el mundo se volviera frígido y nunca más se regenerara.
Incluso el casamiento de Śhivá y Párvatī nunca tendría lugar. Más tarde, por el
pedido de los dioses (que temían que ya no hubiera más humanos que les ofrecieran
oblaciones) y por la intercesión de la diosa Párvati en favor de la
esposa de Kandarpa, Rati,
el Señor Shivá
lo resucitó, asegurando de esa manera la continuidad reproductiva del mundo.
Shivá volvió a Kandarpa a la vida, pero sólo como una imagen mental. El arco de la luna y la miel parece que están desde el origen relacionados.
Otro grabado de la obra de Francesco da Barberino, Documento de Amor.
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