Mircea
Eliade comentaba sobre la “ambivalencia” del simbolismo de las ligaduras y los
nudos.
Cabe
advertir que una ligadura puede considerarse como lo que encadena o como lo que
une, e inclusive en el lenguaje ordinario la palabra tiene generalmente ambos significados.
En el simbolismo de las ligaduras, corresponde a ello dos puntos de vista
que podrían decirse mutuamente inversos, y, si el más inmediatamente aparente
de los dos es el que hace de la ligadura una traba, ello se debe a que ese
punto de vista es en suma el del ser manifestado como tal, en cuanto se ve a sí
mismo como “atado” a ciertas condiciones especiales de existencia y como
encerrado por ellas en los límites de su estado contingente.
El otro punto de vista es el que
considera a la ligadura como lo que une, no solo entre sí, sino
también con su Principio mismo, de manera que, muy lejos de seguir siendo
una traba, se convierte, al contrario, en el medio por el cual el ser puede
alcanzar efectivamente su Principio, y en la vía misma que lo conduce a esa
meta. En tal caso, el hilo o la cuerda tiene un valor propiamente “axial”, y el
ascenso por una cuerda tendida verticalmente, al igual que el de un árbol o un
mástil, puede representar el proceso de retorno al Principio.
Si
consideramos al nudo como una traba de la que hay que deshacerse, podemos
encontrar un ejemplo en la concepción que desarrolla el zaragozano Abraham
Abulafia. Según este autor, el objetivo de los estudios bíblicos es el de transformar
el corazón cautivo del hombre y darle un conocimiento que le dará la
libertad. El punto de partida de la concepción
espiritual de Abulafia es que estamos sellados, anudados, trabados, y que, por
lo tanto, debemos deshacer cada nudo de nuestro ser. La palabra «nudo», kesher
(קשר) en hebreo, mediante el método Tseruf se transforma en lo que es: una
sheker (שקר) una mentira. El ser humano, heredero de la chispa
divina, gracias a su mente o séjel, puede, efectivamente, cambiarse,
modificar su destino. La idea de Abulafia es que este cambio se da dentro de un
nivel subjetivo que también señala el nudo: en efecto, y por su valor numérico,
kesher (rwq= 600) equivale a la voz sas ( שש ), regocijo, alegría,
gozo espiritual. Sólo que para que tal cosa ocurra los nudos han de cambiar de
lugar su sujeción, por cuanto el cuerpo debe constreñirse para que sea el alma
la que vuele, en lugar de supeditarse a lo que normalmente ocurre, que el
cuerpo se mueve y el alma está quieta, cautiva en su interior.
Sobre
este asunto de los nudos me sorprendió enterarme que el 8 de diciembre de 1996 se colgó en el Santuario de
Nuestra Señora que Desata los Nudos una réplica del cuadro que había encontrado
en Alemania el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio. En1986 el hoy Papa
Francisco se había trasladado a la universidad jesuita de San Jorge, en
Frankfurt, para concluir su tesis doctoral sobre Romano Guardini. En un momento
de su estancia germana, visitó la iglesia de St Peter am Perlach, en
Augsburgo, cuyo principal tesoro es un cuadro de Johann Melchior Georg
Schmittdner (1625-1705), pintado en 1699-1700 en estilo veneciano y
con influencia barroca, que representa una advocación de la Inmaculada
Concepción bajo el título de Knotenlöserin (la que desata los nudos).
En
ese cuadro se representa a la Virgen con una cuerda en las manos, llena
de nudos representando los pecados. Unos ángeles se la van pasando y ella
los desata. La imagen presenta a María como la vía segura para eliminar todos
los obstáculos que nos impiden la vida de la gracia.
Algo
vio el padre Bergoglio en aquella imagen, o algún favor le hizo, que le tomó
gran devoción. Cuando volvió a su país decidió promoverla, en particular
tras ser nombrado en 1992 obispo auxiliar de Buenos Aires.
La Virgen Desatanudos es junto con Nuestra Señora de Luján,
patrona de Argentina, una de las devociones más queridas de Buenos Aires.
Ahora
se le reza esta oración y novena a Nuestra Señora Desatanudos:
”Santa María
desatadora de nudos
Santa María, llena de la presencia de Dios,
durante
los días de tu vida aceptaste con
toda humildad la voluntad del Padre,
y el
Maligno nunca fue capaz de enredarte con
sus confusiones.
Ya junto
a tu Hijo
intercediste por nuestras dificultades y,
con toda sencillez y
paciencia,
nos diste ejemplo de cómo desenredar
la madeja de nuestras vidas.
Y
al quedarte para siempre como
Madre Nuestra, pones en orden y haces mas
claros
los lazos que nos unen al Señor.
Santa María, Madre de Dios y Madre
Nuestra,
Tú que con corazón materno desatas los
nudos que entorpecen nuestra
vida”.
El
cuadro, expuesto desde 1700 en la iglesia de S. Peter am Perlach en Augsburgo
(Alemania), se inspira en una meditación de San Irineo que, a la luz del
paralelismo entre Adán y Cristo, estableció uno entre Eva y María.
«
Eva, por su desobediencia,
creó
el nudo de la desgracia para la humanidad;
mientras
que María, por su obediencia, lo deshizo…”
San
Irineo
Es
venerado desde hace más de trescientos años en el sur de Alemania y el norte de
Suiza; y desde entonces se ha extendido su devoción por muchos países. Los
devotos, ofrecen una novena a la virgen "desatadora de nudos" le
piden la liberación de las ataduras de sus vidas.
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