sábado, 31 de julio de 2010

Código Genético, Información y Tradición

                Código Genético, Información y Tradición

                                 De alguna manera en el “Pilar” se simboliza de forma implícita, y en la Basílica explícitamente, ciertas concepciones antiguas generalmente olvidadas o desdeñadas en esta época moderna. Y es curioso que las teorías científicas más recientes vengan a confirmar la certeza de la visión que tuvieron los antiguos y de los que aún rinden “culto a los antepasados”. El punto de vista tradicional es esencialmente sintético y todo se mira bajo el dominio de la metafísica pura; el de los modernos, por el contrario, se manifiesta como analítico. Este acercamiento de puntos de vista, expresado en el “Pilar”, es un hecho extremadamente importante desde el punto de vista de la historia de las ideas.

               La principal preocupación de los teóricos matemáticos es la generalización, es decir, el proceso por el cual la fórmula descriptiva de un fenómeno particular (como la integral de Clausius) pueda ser aplicada a un modelo más general, que dé cuenta de un mayor número de fenómenos.
Los precedentes históricos de esta vocación los tenemos en las antiguas tradiciones cosmogónicas,  que han descrito la creación como el paso de un estado de desorden indiferenciado (el khaos de los griegos, el tohu ve bohu de la Biblia) a un orden organizado (el kosmos de los griegos, el mundus de los latinos recogido por el cristianismo). Evidentemente, la creación es descrita como un proceso neg-entrópico.

     
                                 

                "Al principio, Elohím creó la tierra y el cielo" es un enunciado sin anterioridad y perfectamente imprevisible. No nos lleva más que a una bipartición arbitraria en un conjunto infinitamente homogéneo y, por lo tanto, infinitamente entrópico. Es preciso insistir en el carácter enunciativo de esta “creacion". Sus fases ulteriores son introducidas por "Elohim dice". En este sentido, los teólogos han definido el acto creador como Verbo. De hecho, hay producción de dos signos, el terrestre y el celeste, por una voluntad, en el seno de aquello que era percibido como ausencia de significación. Estos signos se definen por características diferentes y exclusivas de cada uno de ellos, que son estados de la materia.
   En Europa y más próximamente en el tiempo, estas aproximaciones al modelo matemático, las encontramos en Juan Caramuel, el más erudito y fecundo de los  polígrafos de su tiempo, según Menendez y Pelayo.



             Esta concepción matemática expresa Juan Caramuel de Lobkowitz (Madrid 1606)   en su Mathesis Audax (1644),   en ella expone el cálculo binario, invención atribuida generalmente a Leibniz, quien lo expuso treinta años más tarde. En este tratado reconoce también la posibilidad de adoptar una u otra base de numeración. Siendo sin duda Caramuel el primero que concibe los sistemas de numeración, y concretamente el binario, es sin embargo Leibniz el que se lo atribuye, y con él, los historiadores de la ciencia.
Las causas objetivas de estos nuevos descubrimientos, vienen dadas por la situación histórico-cultural del siglo XVII. Profundamente arraigada en este siglo está la idea de la unidad del mundo y la del saber: la conquista de nuevos pueblos y la de nuevos conocimientos guardan un paralelismo. Todos se sienten partícipes. de las conquistas del conocimiento humano. Y entre esas conquistas cabe señalar no sólo los descubrimientos y desarrollos científicos, sino también las culturas de los hombres que habitan las tierras recientemente descubiertas o extrañas a los europeos. De ahí la importancia que adquieren las cartas y los libros de misioneros, que describen las costumbres y culturas extraeuropeas. La unificación del saber, producto de la unificación del mundo, exige que en esta confrontación de culturas encajen todos los conocimientos, lo que origina nuevos planteamientos metodológicos En su proyecto de lengua universal (Ortographia Arctica) Caramuel combina las notas musicales (vía emprendida por Wilkins y Codwin) con caracteres aritméticos (vía seguida por Vossius y P. Bermudo). El lenguaje ideográfico chino sirvió, a su vez, de punto de referencia para los intentos de J. Webb, Dalgarno, Wilkins, Caramuel, Kircher y Leibniz de crear una lengua artificial.
La introducción del cálculo binario en Europa responde, asimismo, a estas causas objetivas apuntadas: la idea de la numeración binaria les vino, aunque por conductos distintos, tanto a Caramuel como a Leibniz, de los libros de misioneros, en los que éstos describían, aun no entendiéndolos, sistemas de numeración distintos del ordinario (decimal) empleado por los europeos.
En 1701 Leibniz afirma que incluso antes de la publicación de la Tetractys (1673) de su maestro en matemáticas en la Universidad de Jena, Erhard Weigel, ya había inventado él la aritmética binaria.   concretamente, la publicación por Leibniz de su Aritmetica binaria data de 1703. En este trabajo explica Leibniz el funcionamiento de la aritmética binaria: su notación (Leibniz emplea los signos O y 1), sus operaciones y sus aplicaciones,  entre otras, dotar de significado a los viejos signos de más de cuatro mil años atribuidos al rey y filósofo chino Fo- Hi).



 Caramuel  gira en torno al método matemático como centro paradigmático (more geometrico), elevando a axioma la fórmula del Saggiatore de Galileo: «La naturaleza está escrita en lenguaje matemático»; axioma que implica la matematización de todos los ámbitos del saber. Caramuel, en sus inicios, en su búsqueda del camino o método para acceder a cualquier disciplina, echa mano de dicho axioma: enemigo del magister dixit, libre de toda servidumbre de escuela  busca siempre la matematización de las disciplinas. Tal es el objetivo de su Mathesis Audax: «resolver mediante números y lineas, aritmética y geométricamente, las cuestiones más candentes en lógica, física y teología». La primera parte de esta obra se titula, precisamente, Logica mathematice tradita; es, por lo tanto, Caramuel quien por primera vez habla de una lógica matemática, y no sólo la lógica, sino también la fisica, la filosofía o la teología han de quedar revestidas con el lenguaje matemático.
La combinatoria tiene su origen, además del “Tzeruz” del zaragozano A. Abulafia, en el ars luliana y constituye, según
Caramuel (y también según Leibniz), su componente más aprovechable. La combinatoria, en sus diversas formas, como mstrumento indispensable para el estudio de toda disciplina, aparece ya en la Mathesis Audax.


Leibniz habló del sistema binario en su libro De Progressione Dyadica de 1679
Entre 1697y 1702 el filosofo mantuvo una correspondencia con el padre Jesuita Joachim Bouvet, misionero en China. En 1698 el sacerdote dio a conocer a Leibniz los 64 hexagramas del I Ching según la secuencia del filósofo Shao Young, para hacerle ver la curiosa, pero precisa, semejanza que tenían con su sistema binario.





 

Shao Young fue un filósolo y matemático confuciano que vivió durante la dinastía Sung (960-1279): sus teorías derivan de un estudio, que ocupó todo su vida, acerca de la estructura simbólica y matemática del I Ching. Con frecuencia utilizó gráficos y esquemas paro expresar sus ideas.



      Leibniz consiguió una copia del diagrama tradicional circular donde los hexagramas están dispuestos en círculo y en cuadrado y de este modo se dio cuenta de que, si sustituía por cero cada línea discontinua y por 1 cada línea continua, los hexagramas mostraban su misma progresión binaria del número O al 63. Leibniz redescubrió, así pues, un sistema matemático olvidado por lo menos durante seiscientos años.

            
No obstante, absurdamente, los historiadores de las Ciencias no ven pruebas que les induzcan a afirmar que los inventores del I Ching fuesen conscientes del significado matemático binario de los hexagramas, apoyándose en su utilización como mero instrumento oracular, y no como instrumento de cálculo. Parece como si estos "cientificos", hubieran llegado a ignorar lo que verdaderamente es el número, ya que lo reducen al cálculo, siendo para ellos un simple conjunto de procedimientos más o menos artificiales, confundiendo el número con la cifra, que sería algo así como su vestido.
El I Ching se basa en el cambio de dos números, (cifras) y los ordenadores personales usan hoy el mismo sistema, con el circuito de la corriente «abierto/apagado», representados más lógicamente y casi providencialmente, por la tradición china, como línea continua el uno (-----------); y como línea discontinua el cero (----   ----), representando así conceptos que son siendo tratados así por la cibernética.
Se ha hecho notar que las neuronas del sistema nervioso central de los seres humanos y de los animales superiores están sujetas a las mismas leyes. Son pasivas y activas sin diferenciar ulteriorrnente los estímulos que las activan. Una tradición afirma que los creadores del I Ching habían estudiado los 64 hexagramas para reflejar todos los fenómenos naturales.

Estas analogias las encontramos también en otro fenómeno natural como es la Genética, más especificamente la bioinformática.





Uno de los capítulos más apasionantes dé la biología actual lo constituye el descubrimiento de que las células albergan. transmiten y utilizan información biológica. El soporte de esa información es químico y se basa en el principio de la disposición en secuencias lineales aperiódicas de moléculas sencillas para originar complejas macro-moléculas informativas, como son el ácido desoxirribonucleico. o ADN, el ácido ribonucleico, o ARN y las proteínas.  El "alfabeto" para los ácidos nucleicos consta de cuatro elementos, llamados nucleótidos, formados por una molécula de fosfato inorgánico (P), unida a un azúcar ( S = ribosa en el ARN; desoxirribosa en el ADN ). El azúcar a su vez, está unido a una base cíclica nitrogenada, esta puede ser una base púrica, (Adenina o Guanina) o una base pirimídica ( Citosina o Timina ). En el ARN, el Uracilo substituye a la Timina. Sinbolizados por las letras A de adenina, G de guanina, C de citosina,  T de timina,  U de uracilo. El alfabeto de las proteinas consta de veinte elementos, llamados aminoácidos.  El ADN contiene el mensaje genético, es el soporte universal de  la herencia. El ácido ribonucleico (ARN), transcribe y transporta esa información hasta los ribosomas de la célula, aquí la información se traduce por medio del código genético al mismo tiempo que se fabrican las macromoléculas de la materia viva, proteínas estructurales y enzimáticas.



          Para sintetizar estas macromoléculas, la célula necesita información acerca del orden en que deben engarzarse los monómeros; dicha información proviene de una macromolécula informativa preexistente. La información para cada proteína proviene de una molécula de ARN, o mensajero, y la  información para el ARN del ADN. que además proporciona la información para su propia síntesis.

Cada etapa del flujo de información  requiere de un código que determine la secuencia naciente a partir de la fuente. El código para la transmisión de información entre ácidos nucleicos es aparentemente muy sencillo: cada nucleótido viene determinado por otro complementario; el código para la síntesis de proteínas es más complejo: cada aminoácido viene especificado por un conjunto de tres nucleótidos consecutivos o codón. De los 64 codones posibles hay tres que no determinan aminoácido alguno, sino el final del mensaje; los 61 codones restantes especifican un aminoácido cada uno, si bien codones distintos pueden significar el mismo aminoácido. De hecho. la sinonimia es corriente: excepto dos aminoácidos que disponen cada uno de un único codón, los restantes 18 aminoácidos disponen, cada uno, de dos o más codones sinónimos.



  Desde el punto de vista matemático, existen 64 modos diferentes de ordenar cuatro bases en grupos de tres, siendo esta la secuencia más pequeña capaz de codificar cada uno de los veinte aminoácidos, más los que codifican el final de mensaje, en una secuencia de tres.  El código se lee, como cualquier escrito,  corriente de izquierda a derecha, y sin interrupción desde el principio de un cistrón hasta el final.      La  información del ADN es hereditaria y actúa pues en un momento dado. Especifica la estructura de ciertas moléculas proteicas fundamentales y estas a su vez, determinan las características inamovibles del individuo.
        En la estructura del ADN esta inscrita la información genética, que es transferida al ARN, este es químicamente semejante al ADN, se diferencian en que el azúcar del ARN es una ribosa en vez de la desoxirribosa y que está compuesto por una sola cadena polinucleótida, por último, la base timina no se halla en el ARN; en su lugar aparece otra base pirimidínica muy similar: el uracilo. El sistema y la capacidad de almacenar información en el ARN es igual  al ADN, en ambas se hallan cuatro bases diferentes.

  La vida está basada en la química del Carbono y el agua como disolvente, gracias a sus propiedades, permiten gran variedad de compuestos químicos, su estabilidad adaptada a la fijeza y cohesión  necesaria a la vida, pero lo suficientemente inestables como para permitir su participación en los procesos bioquímicos. La geometría tetraédrica del carbono hace que el edificio bioquímico sea asimétrico, enantiomérico, por lo que sus moléculas se las llama "quirales", (del griego kheir, mano), levo o dextro.
Esta disimetria hace que solo los aminoácidos L sean compatibles con la vida, así mismo todos los ácidos nucleicos están formados por nucleótidos D.
Existen veinte aminoácidos diferentes en las proteinas llamados:
Alanina, Arginina, Asparagina, Ácido aspártico, Ácido giutámico,Cisteina,  Fenilalanina, Glicina, Glutamina, Histidina, Isoleucina, Leucina,  Lisina, Metionina, Prolina, Serina, Treonina, Triptófano, Tirosina, Valina.
Con este vocabulario de veinte letras "aminoacidicas" se pueden formar infinidad de "palabras proteinicas", los polipéptidos contienen por término medio cerca de 200 aminoácidos. La propiedad química mas importante de un aminoácido es que mientras un extremo de la molécula es una base el otro extremo es un ácido. Su estructura esquemática básica, seria la de un átomo de Carbono central ( alfa carbono ), y en los cuatro vértices del tetraedro, un átomo de Hidrógeno, un grupo amino ( alfa-amino ), un grupo Carboxilo ( alfa-carboxilo ), y una cadena lateral variable ( R ), que puede ser sencillamente un átomo de hidrógeno, como en la glicina, o puede ser una cadena de complicada estructura, como en el triptófano. Actualmente se ha asignado una significación a todos los tripletes, con la excepción del UGA. Todos los aminoácidos, con la excepción del Triptófano y la Metionina, estan codificados por más de un codón, existiendo pruebas de que las dos primeras bases de un triplete son más importante que la tercera. Por otra parte se sabe que los codones UAA y UAG son los responsables de la terminación de la síntesis de un polipéptido  por un ribosoma, seria como el punto y aparte macromolecular. También existe la característica de que  aminoácidos con propiedades fisicoquímicas semejantes están codificados por tripletes similares, parece como si las características estructurales de las moléculas proteicas estuvieran reflejadas en el código.
            

Se deduce claramente del resumen expuesto anteriormente, que el descubrimiento del código genético, es para los bióquimicos semejante  a lo que fué para los egiptólogos del siglo XIX, el descubrimiento de la piedra e Roseta.

  Atendiendo a la ley de analogia matemática, central como sabemos en la cosmologia tradicional, podemos referirnos a los dos tipos de bases nucleicas, purinas y pirimidinas, como pertenecientes respectivamente a los determinantes emblemáticos yang y yin, (-----, --  --), y a su vez lo mismo con respecto a cada una de las dos bases pertenecientes a esos dos tipos,
resultando que podemos representarlas digitalmente, y en este caso por convención, aunque siguiendo la ley que hace que la Guanina se  enlace solamente con la Citosina , y la Adenina con la Timina, siendo necesario el emparejamiento purina-pirimidina, por razones estructurales debido al distinto tamaño de sus moléculas. Estas uniones se realizan por enlaces hidrógeno muy específicos, de tal forma que los peldaños de la escalera, tanto del ADN como del ARN sean del mismo tamaño.
Como en la tradición Taoista los cuatro bigramas se complementaban asociándose el llamado 
«Gran Yang» al llamado «Gran Yin»
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y el «Pequeño Yang» al «Pequeño Yin»
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Podemos así ver el paralelismo por convención más aproximativa, como sigue:


  • Adenina;    Corresponde a Gran Yang 
  • Timina o Uracilo;   Corresponde a gran Yin 
  • Guanina;      Corresponde a Pequeño Yang 
  • Citosina;      Corresponde a Pequeño Yin


         Los Trigramas YIN se les puede asociar con las PIRAMIDINAS, en concreto al  Gran YIN la TIMINA, y al  pequeño YIN  la CITOSINA. Los YANG se les  identifica con la ADENINA el gran YANG, y la GUANINA el pequeño YANG. Se asignan los ácidos nucleicos de esta forma ya que la PIRAMIDINA tiene 6 átomos, que es el número que identifica al YIN y la PURINA tiene 9 átomos, el número que identifica al YANG. Se entiende que el gran YANG es la ADENINA porque es el mayor contenido del TRIFOSFATO DE ADENOSINA que es la auténtica energía de los procesos bioquímicos que se producen en las células.  . A su vez, en el DNA, el opuesto a la ADENINA es la TIMINA, por eso lo identificamos como el gran YIN .  
 Podemos considerar que estas similitudes están basadas en el isomorfismo que presentan. 
 Los cuatro nucleótidos así representados y unidos en tripletes como en el Código genético, formarán los sesenta y cuatro hexagramas de la Tradición extremo-oriental, que parece ya prefiguraba la estructura del codigo universal genético. En el I-Ching, se dice que contiene los arcanos del Cielo y de la Tierra, y sus dos determinaciones, correspondiendo el trazo continuo al yang y el trazo discontinuo al yin, combinadas reproducen todas modalidades del desarrollo de la manifestación, a partir de la polarización de la unidad primera, se expresan pues en cuatro bigramas, y luego en ocho trigramas, que desarrollan las posibilidades de combinaciones ternarias del yin y del yang.



 En el ternario, los tres trazos superpuestos corresponden a la situación respectiva del cielo , del hombre y de la tierra. Combinadas de dos en dos los ocho trigramas, (pa-kua) generan los sesenta y cuatro hexagramas, conteniendo cada uno un bigrama celeste, otro central humano y el inferior correspondiente al terrestre.