viernes, 10 de junio de 2011

La Semilla y la Cizaña


En estos momentos en el que el campo de las ideas está confusamente mezclada el grano nutritivo con el   venenosa cizaña.  La similaridad entre estas dos plantas es tan grande, que en algunas regiones la cizaña suele denominarse "falso trigo". 


Tage Lindbom

Para intentar discriminar estas especies vegetales y mentales es propicio hacer una incursión en la obra de Tage Lindbom. Este autor nació en Suecia en el año 1909,  estudió en la universidad de Estocolmo, donde se hizo doctor en Filosofía.  En sus años universitarios se  adherió a los ideales socialistas y, en el curso de sus estudios, profundizó cada vez más su conocimiento del marxismo. El partido socialdemócrata en el poder confió a este joven doctor, brillantemente dotado, la dirección de su biblioteca y de sus archivos centrales en su sede de  Estocolmo, donde, hasta 1965, trabajó codo con codo con los promotores del Estado-providencia. En un principio defendió e ilustró con convencida pluma los ideales socialistas. Pero, hombre de reflexión, comenzó a ser cautivado por dudas que se fueron precisando en el curso de los años.
 En 1959, cuando había terminado la redacción de su obra "Los molinos de viento de Sancho Panza" (Sancho Panzas vüderkvarnar), denunciaba las ilusiones ideológicas en las que había dejado de creer, su atención fue atraída por un libro titulado La dimensión olvidada (Den gllimda dimensionen), del escritor sueco Kurt Almqvist. Al fin encuentra ahí la buscada puerta al conocimiento metafísico, el único capaz de responder plenamente a las cuestiones fundamentales que se había planteado.   Lindbom se sentía cada vez más extraño en el medio en el que continuaba su actividad profesional. En 1965 saca la conclusión lógica de ello dimitiendo de su cargo directivo de la biblioteca socialista.


Cizaña

Se dedicó entonces a escribir y la primera obra de la nueva maduración de su pensamiento fue Entre cielo y tierra (Mellan himmel hoch jord), publicada en 1970, verdadero ajuste de cuentas con el mundo ilusorio y materialista del socialismo. Cuatro años después aparecería el libro, del que he extraido el capítulo que adjunto, Agnarna och Veter, que corresponde a la expresión bíblica La semilla y la cizaña, sugiere que la hora del término del plazo se aproxima temiblemente para el hombre secularizado, cada vez más cegado por el oscurecimiento espiritual e incapaz de distinguir el bien del mal, la verdad del error. Analizando con penetración los diversos aspectos de la confusión modernista, el autor denuncia vigorosamente las ilusiones progresistas que envenenan la mentalidad con­temporánea y pone en guardia contra el peligro que nos hacen correr a todos, el del caos generalizado.


Trigo

 En estos tiempos en que sufrimos un Estado con todo su poder, es decir con un gran despliegue de medidas, políticas, jurídicas, administrativas y policiales, además de un sistema escolar bajo la guía y el control del Estado.
El antiguo y democrático sueño de un orden humano, donde la libertad y la igualdad convivieran armónicamente, hace mucho tiempo que pasó. En esta rivalidad vence irremisiblemente la igualdad, pues lo igual puede siempre realizarse y controlarse desde el puesto central de mando. Lo igual es una cantidad que puede verificarse estadísticamente. La libertad es, por el contrario, una cualidad. En su fragilidad está unida solamente con el individuo singular. Por tanto, a cada instante puede destruirse.

Tage Lindbon nos muestra que el "Reino del hombre" desemboca en este absolutismo en el que la secularización continua vuelve así cada vez más difusa la imagen en el espejo. La luz que brilla en las tinieblas, de la que habla san Juan, no  tiene en nuestra época una luminosidad evidente y su resplandor se vuelve cada vez más opaco en la secularización progresiva.



Otras obras del mismo autor:
Los molinos de viento de Sancho Panza (Sancho Panzas vaderkvarnar).
Entre Cielo y Tierra (Mellan himmel hoch hord), 1970.
La semilla y la cizaña (Agnarna och Veter), 1974.
The Myth of Democracy, Grand Rapids, MI, William B. Erdmans Publishers Co., 1996.


Jesús bendiciendo a los niños de Wiliam Blake

 SER COMO NIÑOS


El Reino del hombre se basa en la creencia de que el ser humano debe desarrollarse racional y emocionalmente hasta un grado tal de elevación en que el mundo entero le esté sumiso. A esta creencia se alía la idea de que las necesidades de los hombres, en principio inagotables, pueden ser satisfechas gracias a un «progreso» continuo, a un «desarrollo» de abajo hacia arriba. Según los profetas de la secularización, ese «progreso» no solamente es material, sino que, como la sombra sigue al cuerpo, las necesida des espirituales acompañan a las de la carne y serán igualmente saciadas.
La expansión de tales ideas está marcada por el orgullo ideológico. El mismo orgullo que conduce a cegueras como ésta: los hijos de la secularización no ven que lo que llaman «progreso» y «desarrollo» no es otra cosa que la inestabilidad que a su vez es una expresión de la imperfección existencial. Han olvidado que la perfección, lo absoluto y lo eterno inmutable pertenecen a Dios -y la inestabilidad al mundo-. La capacidad de cambio, tan apreciada en el mundo moderno, en realidad lleva en sí la marca de la imperfección, que precisamente reside en todo lo sometido a cambio.
Aunque bien pueda objetarse a los partidarios de la religión que exaltan en el hombre lo simplista y lo espiritualmente pobre, ¿en qué consiste, pues, la «pobreza de espíritu»? Se la puede en tender de dos maneras. Existe una indigencia espiritual que la erudición más vasta no llega a compensar. Es una «enfermedad de carencia» que, a pesar de todas las realizaciones médico-sociales del sistema, pasa generalmente desapercibida, aunque en verdad, no la debemos considerar como incurable. Sin embargo la pobreza espiritual debe enfocarse en su sentido más profundo: es humilde sumisión a una espiritualidad que no forma parte de nuestras facultades mentales, sino que viene de lo alto. La pobreza no debe en este caso considerarse como una falta o una indigencia. Es una actitud de virtud que expresa la dependencia total del que recibe, así como su reconocimiento por lo que le es concedido.
Por eso se ha dicho: «Bienaventurados los pobres de espíritu.» No hay ningún elogio a la indigencia ni a la ignorancia, ni a la tendencia a automartirizarse psíquicamente. La pobreza de espíritu es la fuente de la riqueza ofrecida al hombre que se desembaraza de los obstáculos mentales que son la presunción y el orgullo. Está en las antípodas de este último y por eso ocupa en toda vida espiritual una tal eminencia entre las virtudes. Jesús no la mencionó por casualidad al iniciar el Sermón de la Montaña.
Sin embargo existe la tentación de interpretarlo como una dispensa de esfuerzos espirituales. De la misma forma que el mundo secularizado implica dos potencias opuestas, por una parte una fe exagerada en la razón y sus frutos, principalmente la ciencia, y por otra una inclinación del hombre codicioso a satisfacer sus necesidades vegetativas, existen también en la tradición espiritual dos elementos aparentemente contradictorios. Por una parte tenemos una exigente tendencia hacia la madurez para poder comprender la expresión de la verdad y vivir de conformidad con ella. Por otra, debemos ser «como niños».
El procesó de maduración, biológico en los reinos vegetal y animal, mental en la especie humana, siempre ha incitado a considerar con exagerada fe las posibilidades «naturales» de desarrollo. La humanidad ha construido ya muchas torres de Babel y ninguna confusión de lenguas ha podido impedir a las nuevas generaciones empezar de nuevo. Lo que ha sido más sorprendente en la Revolución francesa, señala Alexis de Tocqueville, es la credulidad en relación con las posibilidades de desarrollo del hombre. Estos extravíos recurrentes no testimonian otra cosa que el carácter falaz del sueño sobre la soberanía y la «autorregulación» humanas. La maduración biológica y mental es una parte del orden creado, pero nada mas que una parte. Porque ésta descansa en el equilibrio de fuerzas de la existencia cuyo cometido es remitirnos constantemente al orden en nuestra presuntuosa sobrevaloración de nosotros mismos. La obra creada por Dios es un orden cuyo primer precepto implica que «el árbol no crece hasta el cielo», que nuestra posición dominante sobre la tierra está limitada, tanto en el tiempo como en el espacio, a nuestra misión de gerencia.
El proceso de madurez que conduce al hombre hasta el punto en el que pueda asumir responsabilidad propia y de sus actos es un aspecto indispensable de nuestra situación sobre la tierra. Cuando es puesto en cuestión, como, por ejemplo, cuando la actual propaganda igualitaria dirige hasta formas de vida social infantil o simbiótica que, deliberadamente o no, le comprometen, se provoca un desajuste del equilibrio cósmico --con catastróficas consecuencias si no se evita a tiempo-. Pero de ninguna forma está en contradicción con los consejos evangélicos que nos incitan a recibir la verdad «como niños», en la simplicidad de nuestros corazones.
La parábola del grano de mostaza contiene un precepto universal. La «más pequeña de todas las semillas» simboliza el microcosmos, pero debe crecer hasta convertirse en un árbol a cuyas ramas vengan a anidar los pájaros. Este árbol cósmico, pues, se hace lo suficientemente grande como para acoger los mensajes más elevados. Jesús quiso enseñarnos con esa comparación de qué manera debe comprenderse la madurez en su significado universal. Sin embargo, ¿no existe la tentación de creer que el ser humano, a la manera del grano de mostaza, puede crecer hasta convertirse en un árbol imponente que, por su propio vigor, alcance la verdad celeste? ¿No será la realización espiritual lo mismo que la «autorregulación» humana? El mismo Jesús da la respuesta cuando sus discípulos se acercan y preguntan: «¿Quién es el más grande en el reino de los cielos? » Llama a un niño, le coloca entre ellos y dice: «Si no os convertís hasta llegar a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.»
Es a un hombre adulto a quien Jesús dirige estas palabras. Y quiso evitar la tentación que pudiese tener de sobrestimar sus fuerzas y de darles una falsa orientación, como hace la teología existencialista con su "man of age". No es una incitación enviada por Jesús a convertirse en infantil o a desarmar el estado adulto.
No es un abandono inerte hasta el estado de la infancia prepúber -en nombre de la igualdad «fraternal»-. Tampoco se trata de la regresión pedagógica de Rousseau, actitud sordamente hostil
  al mundo de los adultos. Porque Jesús no dice: convertiros en niños. Dice: «Aquel que se humilla de manera que llegue a ser como este niño, es el más grande en el Reino de los Cielos.» Es en ese «como» donde nos indica la dirección de nuestro esfuerzo.
Jesús contesta a la pregunta de sus discípulos poniendo a un niño pequeño como modelo. Esta respuesta contiene múltiples aspectos. En el niño observamos debilidad e incapacidad. También vemos en él franqueza inocente y confiada esperanza. Ahí es don de el niño constituye un modelo. Al mismo tiempo representa el nuevo nacimiento, la creación siempre renovada, el retorno cíclico. Lo que siempre nos conmueve en el niño pequeño débil e incapaz que solicita la indulgencia y el amor, es la pureza paradisíaca original, la inocencia. En esa primordialidad también percibimos la totalidad cósmica, al mismo tiempo que el recuerdo de nuestro envejecimiento y la necesidad de «volver a ser niños» cuando nuestra vida se acerca a su fin.
Lo que no quiere decir que el reino de Dios deba ser proclamado sólo para hombres que hayan alcanzado un cierto grado de madurez. La capacidad de recibir las palabras de la verdad divina no está, desde luego, determinada por el volumen cerebral. Donde las palabras de verdad penetran y donde se comprenden, es en el corazón, porque ahí es donde reside el espíritu inmortal. Por eso el niño pequeño es tan «maduro» como el adulto para el reino de Dios.         .
Aquel que se humilla será el más grande en el Reino de los Cielos, tal es la respuesta de Jesús. Apunta así, sobre todo, contra el orgullo espiritual, primero de todos los pecados mortales, que cierra inexorablemente las puertas del cielo. Y para reforzar su intención, añade: «Y aquel que escandaliza a uno de esos pequeños que creen mí, más le valiera que se le atase una muela de molino al cuello y se le arrojara al mar.» Porque si es necesario guiar nuestras vidas hasta convertirnos en seres juiciosos y responsables, otro tanto puede decirse de mantener lo que en nosotros hay de inocente y puro al ejemplo del niño. La obra del mal consiste en reducir y en destruir, y no podemos impedirlo. El mundo no es un paraíso; es una imperfección donde el mal tiene su lugar. «Es preciso que llegue el escándalo», dice Jesús, «pero ¡ay de aquel por quien el escándalo llegue!».
Nuestro deber es crecer y convertirnos en hombres maduros, responsables y razonables. Debemos servirnos de nuestra razón y, según nuestra capacidad, ampliar nuestro saber. Pero este cometido no debe ocultar la vista del modelo que el niño, en su inocencia, constituye. Justamente en él encontramos a la creación en su totalidad: desde el punto de vista microcósmico es el grano de mostaza que debe abrirse camino hasta llegar a ser un árbol majestuoso, cósmicamente es una expresión del proceso de creación continua y, en fin, en el plano metacósmico, representa la misericordia divina que dispensa sin solución de continuidad la nueva vida. Podemos entonces comprender verdaderamente que estas palabras del Hijo del hombre nos conciernen a todos: «Dejad a los niños venir a mí, no se lo impidáis; porque el Reino de Dios es de los que se parecen a ellos.»




sábado, 4 de junio de 2011

Los Nudos en la Retama


El otro día fotografié una retama que tenía una de sus ramas anudada. Como son ya varias las veces que me he encontrado con nudos en la retama de los alrededores de Zaragoza, y como me parecía extraño la fijé. Posteriormente leí un texto de Yahiz que comentaba esta costumbre entre los antiguos árabes. Adjunto un texto escaneado de la obra: "La cuadratura del Círculo" de Yáhiz en la que comenta esta costumbre. Vemos como permanece esta superstición y uso entre nuestros contemporáneos.



La cuadratura del Círculo
Yáhiz

68. Así pues, ¿qué me dices de los genios personales
¿Qué sabes de los ensueños? ¿Qué comentas del Elixir de la alquimia"-'? ¿Qué puedes decir acerca de la amalgama de la Obra? ¿Y de la heteromancia? ¿Y de la fisiognómica? A ver
qué cuentas de la buena ventura, del mal agüero, de la maedicencia y del sentido de la baraca. ¿Qué sabes sobre las estrellas, los lunares, los secretos de la palma de la mano y la espatulomancia "O Dinos lo que sepas sobre [la interpretación del la roedura de la rata"', la insistencia del escarabajo, los rizos y tirabuzones de la cabeza, los mechones o rodales blancos de los caballos"', la mangosta"' y las sobras de comida que dejan los animales ¿Qué puedes decir del gallo blanco con la cresta hendida? ¿Y del gato negro? ¿Y de orinar en las madrigueras'"-, estudiar los pozos prehistóricos y dormir entre dos puertas. »

69. Dime también cuanto sepas sobre las manchas blancas de las uñas, sobre la retamada*, sobre colgarse patas de conejos, sobre alhajar al mordido por serpiente y sobre la camella atada a la tumba y su gualdrapa. Luego, qué me puedes contar de las lechuzas, de la impetración de lluvia con áloe y asclepiadáceas, de rasgar el velo y de bajarse las vestiduras? A ver qué dices de cauterizar al camello sano para curar al sarnoso y de la ablación de uno de sus ojos para evitar la epizootia o esquivar las algaras enemigas. ¿Qué sabes de las flechas de mandar, de prohibir y de esperar?





Comenta Yáhiz:

* Ár. ratima, derivado de la voz ratm ('retama', 'hiniesta'), que designa una práctica de la Arabia pagana explicada por Qazwini
«En el momento de hacer un viaje, entrelazaban dos ramas de árbol por sus
extremos; si a su vuelta hallaban las ramas en el mismo estado, sacaban
augurio de que sus mujeres les habían permanecido fieles durante su ausencia; si encontraban las ramas separadas, se daban por traicionados». Esta costumbre de anudar matas aún está documentada por E. Doutté (o. cit., pág. 90) en la Argelia de principios de siglo. Y como es de suponer por el documento gráfico que añado persiste en la España del siglo XXI.





Distintas aclaraciones sobre estas citas dadas por Yáhiz:

* Refiere Yáhiz : «Los árabes preislámicos creían que a quien se colgara la pata de una liebre no lo alcanzaría el mal de ojo, ni la envidia, ni magia alguna. Así, cuidaban aquella pata,

* Yáhiz recuerda que «quienes afirman que el demonio no entra en las casas si hay en ellas un gallo blanco con la cresta hendida, son los mismos que dicen que al que come carne de gato negro no lo perjudica magia alguna». En otro pasaje dice que este gallo pasa por ser la encarnación de un ángel (que había sido enviado por Dios para indicar a Adán las horas de oración, añade Kisa'
El gato negro, en fin, es para los yinn una de las formas preferidas de encarnación

* Las madrigueras, pozos, desagües, etc., son morada de los genios o yinn. De ahí que orinar en ellas, verter agua caliente, etc., sea objeto de inmediata represalia por su parte. Aún se conserva en el mundo árabe la costumbre de pronunciar la fórmula En el nombre de Dios, el Clernente y Miseiicordioso como protección contra la ira del yinn cuando se vierte agua caliente por los desagües.

* En el folclore árabe, el umbral de la puerta es objeto de precaución, pues también en él paran los genios; de ahí que no convenga molestarlos, al pisarlo, porque este hecho acarrea desgracias y mala suerte. El mismo y corrientísimo hecho de hacer pasar en brazos a la novia por el umbral, sin que lo pise, respondería en realidad a este tipo de precaución. . Recordemos, por último, cómo el rey David «estaba sentado entre dos puertas» (2 SM, 18: 24) y así adivinaba las noticias que traían los mensajeros de la batalla de Efraín

*En las formas y lugares de las roeduras de la rata se basaba otra disciplina adivinatoria árabe. Una tradición pretende que a al-Mansur le fue pronosticado el califato por la mordedura que Una rata había hecho en tina gualdrapa donde se sentaba «Las tacas que aparecen en el badán de los caballos, para las que los árabes tienen muy precisas denominaciones, considerándolas de buenos y de malos augurios, según. Estas tacas se hallan también en otros animales, pero sólo en los caballos les conceden atención, pues este animal es el más noble de todos después del hombre »

*Según Damiri una mangosta aparecida o vista en sueños indica adulterio, pues ésta roba gallinas, y se interpreta que éstas son mujeres; conque quien se las ve con una mangosta o topa con ella en su casa, se enfrenta a un sujeto adúltero.

*A este respecto cita Yáhiz unas palabras atribuidas al Profeta: Cinco cosas provocan el olvido: comer manzanas, las sobras de la rata , sangrar el hoyuelo de la nuca, despiojarse y orinar en aguas quietas.

Vídeo sobre los nudos de la retama: