domingo, 8 de septiembre de 2013

La Mosca en el pecho de Cristo


         Hay muchas especies de moscas, entre ellas la mosca negra o sarcophaga carnaria, que dicen que solo se alimenta de carne…
 estas nos distraen y mosquean cuando estamos vivos y nos devoran cuando estamos muertos. De alguna manera, se simboliza en la mosca esa incapacidad que tenemos para concentrar y focalizar el pensamiento.  En ese sentido, la mosca es una expresión de la fenomenalidad sensorial enemiga del pensamiento contemplativo. En el Evangelio, Mateo habla de Baal Zebul (el Señor de las Moscas).  


 
 Hoy me encontré con esta en una pintura, esto sí que no me ha distraido, es una cosa llamativa. La “musca depicta” o mosca pintada, la primera se atribuye a Giotto, como una broma maquinada por el genio florentino para burlar a su maestro Cimabue, nos cuenta esto Vasari, la primera persona que acuñó el término Renacimiento (Rinascita): "Giotto, en su juventud, pintaba un día de una manera asombrosa una mosca sobre la nariz de una figura comenzada por Cimabue, su maestro, quien metiéndose de nuevo a su trabajo, intenta varias formas de cazarla con la mano, antes de darse cuenta de su confusión".  La que me ha llamado la atención es la del pecho del Nazareno del “Cristo en el Sepulcro” de Giovanni Santi.

          La mosca pintada exalta entonces la capacidad de la pintura al engañar los ojos, viniendo un detalle de la imagen cerca del espectador, como si saliera del plano de la pintura. Como la gloria de Florencia se  tenía en fundar un espacio "que perfora el muro".
  Pero que sucede en esta mosca que Giovanni Santi, el padre de Rafael, pìntó sobre el pecho de Cristo.
 Animal nefasto, alimentándose sobre los cadáveres, y trasmitiendo enfermedades y en particular, según Plinio el  Viejo, la peste, la mosca tiene valor moral en pintura. Aquí la mosca no pudo dejar sus huevos ni las larvas pudieron encontrar alimento.  


        La mosca de Giotto recuerda la famosa cortina de Parrasios, que fuera tomada por Zeuxis en persona.
     Del antiguo pintor griego Zeuxis (o Zeuxippos, h. 464 a.C. – h. 398 a.C.) ninguna obra se conserva, y si podemos saber algo de su obra, lo debemos a referencias literarias. En una de ellas —la “Naturalis Historia ” de Plinio el Viejo (23 - 79)— se nos cuenta la disputa que hubo una vez entre el maestro y su coetáneo y no menos diestro rival también Parrasio (siglo V a.C.). Para dilucidar cuál de ellos era mejor, decidióse exhibir juntas una tabla de cada uno. La de Zeuxis representaba a un muchacho llevando una cesta de uvas en la cabeza y provocó que varias moscas se acercasen para intentar picotear las uvas de la tabla, lo que fue considerado como sobrada muestra de la excelencia de su arte. Esto pareció zanjar la cuestión, pero Zeuxis pidió a Parrasio que retirara la cortina que hasta entonces había cubierto su tabla. Parrasio mostró entonces que no había tal cortina, pues se trataba de una cortina pintada. Si Zeuxis había engañado a los pájaros, Parrasio había engañado a Zeuxis.

  

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