La
representación geométrica que se encuentra con más frecuencia en la tradición
religiosa y arquitectónica es la que refiere las formas circulares al Cielo y
las formas cuadradas a la Tierra. Así el polo superior es el Cielo a el polo
inferior es la Tierra, el Cielo
representado por la forma menos «especificada» de todas, que es la esfera, y la
Tierra por la más «fijada», y que es el cubo; como se puede deducir, la esfera
tiene un carácter «dinámico» y el cubo tiene un carácter eminentemente
«estático», lo que las hace corresponder a lo activo y a lo pasivo.
Se dice también que el Cielo, cuyo nombre viene de “celo” cubrir,
envuelve o abarca a todas las cosas, presenta al Cosmos una cara «ventral», es
decir, interior, y la Tierra, que las soporta, presenta una cara «dorsal», es
decir, exterior. Así lo vemos en
la inspección de la figura adjunta, donde el Cielo y la tierra, naturalmente,
están representados respectivamente por un círculo y un cuadrado concéntricos.
Se observará que esta figura reproduce la forma original de algunas tablillas
rituales y las consiguientes monedas chinas. Podemos ver que entre el contorno
circular y el vacío cuadrado de en medio, la parte donde se inscriben los
caracteres, corresponde al Cosmos, donde se sitúan los «diez mil seres».
Puede
parecer una inexactitud y que corresponde a un defecto necesariamente inherente
a toda representación sensible: si solo prestamos atención a las posiciones
respectivas de las figuras del Cielo y de la Tierra, podría parecer que el
Cielo está en el exterior y la Tierra en él interior, porque es inherente a la
metafísica que la «interioridad» pertenece al Cielo y la «exterioridad» a la
Tierra. tomando simplemente la figura tal cual es, se ve que, en relación al
Cosmos, el Cielo y la Tierra, por eso mismo de que son sus extremos límites, no
tienen verdaderamente más que una sola cara, y que esta cara es interior para
el Cielo y exterior para la Tierra.
Con respecto a su semejanza con el
simbolismo de la rueda, podemos asentir que es el eje de ella lo “fijo” y por
tanto lo cuadrado y lo “móvil” su perímetro circular. No podemos substraernos
ante la presencia de su principio común en el que se unifican, y donde
desaparece toda distinción de lo interior y de lo exterior, como toda oposición
e incluso todo complementarismo, para no dejar subsistir más que la «Gran
Unidad».
Estupa
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