domingo, 16 de diciembre de 2012

La oculta mirada


  El arte de la construcción de los templos engloba al de la escultura, ya que, en la construcción de los templos en piedra, cada piedra era tallada por el cantero antes de su colocación; el escultor era ante todo un tallador de piedra, y el propio arquitecto no era sino el primero de entre los talladores, aquel que, por su visión de conjunto, sabía discernir la justa talla de cada pieza. La formación del cosmos a partir del caos, trazada en la construcción del edificio sagrado, se repite entonces en menor escala en la talla regular de la piedra bruta, que representa así la materia prima de la obra. El tallista tenía en cuenta que: «El Ojo de Zeus, ve todo».


 Observemos las figu­ras de bulto redondo de los tímpanos del Partenón de Atenas.
 Estas figuras son de gran ta­maño, nos podíamos hacer una idea bastante clara de su composición y calidad artística. 


Esto es difícil de imaginar, hoy, en el mismo Partenón.   Ahora podemos ver que la información que transmitían estas esculturas, contempladas in situ, era mucho menor que la que transmiten hoy en su sala del British Museum. Y eso porque las vemos de mucho más cerca y apreciamos detalles insospechados al observarlas desde ángulos antes inalcanzables. El punto de vista más imprevisible para el escultor era el posterior, el que nos permite valorar la figura por su espalda, la que quedaba enfrentada al muro del fondo del tímpano, la cara que permanecía absolutamente oculta a la mirada de cualquier observador.


En la instalación actual las esculturas pueden ser rodeadas; podemos valorar su envés, cosa bastante imprevisible para su autor. Y la experiencia vale la pena, pues la espalda de estas figuras no es menos grandiosa que su frente. Aquí podemos ver a Dionisos, o a Deméter y su hija, por ambas caras. Entonces, ¿por qué se tomó tanto trabajo y desplegó tanto talento en algo que nunca vería nadie?  Si el arte es comunicación, ¿con quién pretendía comuni­carse Fidias? 


       Naturalmente, aunque la perfección sea la mis­ma, no es lo mismo contemplar una escultura, ni a la persona amada, de frente que de espaldas. Por este motivo permanecemos más tiempo frente a las escul­turas de los tímpanos del Partenón que tras las mis­mas; aunque muchas de ellas estén decapitadas. El frente nos explica más cosas que la espalda y todas las figuras miraban hacia el exterior. ¿Todas?... No. Existe al menos una, bien conservada, que está situa­da de perfil. Se trata de la maravillosa, y bien conoci­da, cabeza de caballo que, formando parte de la cua­driga de Selene, se encontraba en el extremo derecho del tímpano oriental. El caballo primigenio, das Urp­ferd, de Goethe, la más bella testa equina esculpida.


El observador de nuestros días podría pensar en una solución para el dorso de estas figuras me­nos trabajada, menos detallada, sólo esbozada en el mármol apenas desbastado. Pero para apreciar esta solución habría que apreciar el valor estético de lo inacabado, o, para hablar con más precisión, el va­lor estético que nace de la relación entre lo definido con precisión y lo apenas sugerido.  


viernes, 16 de noviembre de 2012

El Pilar y la controversia de los ritos chinos



De forma coetánea a la fecha de construcción del Pilar, siglo XVll - XVIII,  (el día del Apóstol Santiago del año 1681 se puso la piedra fundacional del nuevo Templo), se desplegaba la influencia de la Compañía de Jesús en China,  y los intentos, por sus miembros, de la traducción de los conceptos Metafísicos, Religiosos, Cosmológicos, con los consiguientes  intercambios culturales.

           Se puede afirmar que el estamento religioso y científico de la época, especialmente el P. J. Kressa,  matemático que asesoró en la construcción de la Basílica del pilar, recibió una gran  influencia intelectual del monje cisterciense Juan Caramuel de Lobkowitz.  Según  Menendez y Pelayo este abad del Císter  fue: " El más erudito y fecundo de los polígrafos del siglo XVII    El crítico de arte Bruno Zevi dice: “Cuando Alejandro VII hablaba de arquitectura se sabía que su fiel asesor era el monje cisterciense Juan Caramuel”.


       Debemos tener en cuenta que en el año 1655 subió al solio pontificio el Papa Alejandro VII, y que fue el mayor defensor de las tesis jesuíticas sobre el asunto de los “ritos chinos”.  El obstáculo principal a la expansión del cristianismo residía en los desacuerdos entre las comunidades cristianas, que llevó a la querella de los ritos. Los jesuitas, por su lado, y los dominicos y franciscanos, por otro, discutían cómo había que traducir al chino el concepto cristiano de Dios y, sobre todo, si se debía permitir a los cristianos chinos el culto a Confucio y a los antepasados.


Para las tésis de los Jesuitas y de Caramuel, estos «pueblos», de las naciones gentiles eran descendientes de Noé. Entre ellos la figura de Melquisedec, rey de Salén, lo atestigua de forma impresionante. Todas estas personas pertenecen a la alianza de Noé, que en cierto modo puede considerarse como el ámbito de las religiones de la humanidad. La Iglesia, al venerar a esos «gentiles santos», atribuye también cierta validez a sus actos de culto y de servicio divino.
El sacrificio de Noé, ofrecido en el altar erigido por él, encuentra el agrado de Dios. Dios le promete a continuación que el orden cósmico será estable a partir de entonces: «Mientras dure la tierra habrá sementera y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche» (Gén 8,22). Y Dios sella su alianza con la humanidad y con toda la vida mediante el signo celestial del arco iris (Gén 9,12-17).

El arco iris, probablemente el más común y bello de todos los fenómenos ópticos del cielo a la luz del día, se forma cuando la luz del Sol ilumina la lluvia al caer. La luz entra en las gotas y se dispersa en un espectro pero, al mismo tiempo, es interiormente reflejada por lo menos una vez antes de abandonar las gotas. Aunque la luz abandone cada gota en todas las direcciones, existen fuertes concentraciones en ciertos ángulos fijos, determinadas por el número de reflexiones internas.   Esta reflexión interna del rayo de luz en las gotas de agua presenta una angulación de 42 grados, determinando así que el rayo del arco sea de 42 grados. 


Este número es el que me permitirá en lazar toda esta exposición.
Esta vinculación entre el culto y el orden cósmico significa que en las religiones de la humanidad se viven genuinas adoraciones de Dios (Religio Perennis).

La controversia sobre los Ritos Chinos.

La primera controversia fué de índole interna entre los mismos y solos jesuitas, en torno al vocablo más conveniente para designar a Dios; y  posteriormente se produjo la controversia entre los jesuitas y los mendicantes, franciscanos y dominicos, todo ello alentado por los Jansenistas y por B. Pascal, además de los masones ya caídos en la decadencia de sus órdenes especulativas. En 1633 llegaba a China el p. Juan Bautista Morales con algunos otros dominicos y franciscanos, entre éstos el p. Antonio Caballero de Santa María, estos tuvieron de abandonar muy pronto sus misiones, desterrados por las autoridades chinas, viéndose forzados a retornar a Manila. Estos nuevos misioneros no habían tenido tiempo. como es natural. para profundizar en las cosas de China, y no habían tratado más que una mínima parte de los cristianos formados por los jesuitas. Sin embargo ya se habían formado un juicio bien desfavorable del método seguido por aquellos jesuitas. Inmediatamente denunciaron aquel proceder al arzobispo de Manila y al obispo de Cebú, quienes creyeron ser obligación suya informar a la Santa Sede. Bien es cierto que, mejor informados, volvieron a escribir a Roma para retractar su denuncia como basada en informes equivocados. Pero su retractación llegaba tarde, pues la polémica entre jesuitas y mendicantes estaba encendida ya, al recusar los jesuitas como calumnias, las acusaciones que lanzaban contra ellos franciscanos y dominicos. El P. Morales resumía en Macao  las principales dificultades, y el franciscano Santa María, las suyas. El provincial de los dominicos propuso resolver la cuestión mediante una reunión de teólogos de ambas partes. Rechazó la proposición el provincial de los jesuitas, por haber enviado ya a Roma a uno de sus súbditos. el P. Alvaro de Semedo. con el fin de informar a la Propaganda y ver de que todos los misioneros procedieran con uniformidad. Entonces acudieron a Roma también los dominicos. 


Quedó destinado el P. Morales como diputado suyo    Llegando a Roma  a finales del 1643, cuando Semedo ya había abandonado la Ciudad Eterna.  Un año transcurriría antes de que los calificadores de la Inquisición, desde marzo basta junio de 1644, realizaran el examen de la cuestión en sesiones quincenales. Las cuestiones que en nombre de franciscanos y dominicos presentó Morales, estaban redactadas en varios puntos. De éstos, los cinco primeros se referían a los preceptos eclesiásticos del ayuno, etc., y al cobro de los impuestos, los dos últimos a la oración por los difuntos y a la predicación de Cristo Crucificado. Los restantes tocaban la cuestión más candente, de la supuesta cooperación a la idolatría.  Las dificultades van expuestas en forma de preguntas, y no precisamente en forma de acusaciones.
La respuesta de Roma constaba de  varios puntos,   exhortando a la unión de todos, y trata de las penas que corresponderían a los misioneros que hubieran practicado, enseñado o alterado lo que se contenía en los  anteriores puntos. La Congregación no condenaba en todos sus respectos la conducta descrita en los  puntos. pero en conjunto la resolución fue tomada en sentido favorable a Morales. El decreto de la Propaganda del 12 de septiembre de 1645 contiene la primera condenación de los ritos chinos. Pero en esta ocasión, al revés que en otras posteriores. no abordaba la cuestión de si las acusaciones de Morales eran fiel reflejo de la realidad. Los acusados lo negaban.  Como respuesta a estas acusaciones los Jesuitas por medio del Padre  Philippucci, redactaron un escrito de descarga, en el que como en la confesión negativa del juicio de los muertos egipcios,  enumeraba cuarenta y dos falsedades de que adolecían las acusaciones.


Las respuestas concernientes a los ritos relativos a Confucio y a los antepasados así presentados por Morales no se ajustaban a la realidad, eran todas negativas, es decir, que los ritos, tal como los exponía Morales, quedaban condenados por supersticiosos e idolátricos.  Ante la duda, decidieron recurrir a Roma. Fue enviado el P. Martín Martiní. Tras un viaje  bastante accidentado, llegaba a Roma en septiembre de 1655 y obtenía la facultad de poder presentar sus asertos de que la decisión de 1645 se basaba en exposiciones manifiestamente inexactas. Tras cinco meses de deliberación en el Santo Oficio, aparecía el 23 de marzo de 1656 un segundo decreto, confirmado por Alejandro VII. De hecho venían a aceptarse los ritos condenados en el decreto anterior, a la luz de la nueva exposición hecha por el P. Martini. 


Es pertinente añadir una relativa digresión que relacionaría todo esta controversia de los ritos, con la presencia de signos numéricos chinos, en base binaria, en la Basílica del Pilar, y es que el P. Martini enseñó el idioma chino al cisterciense  madrileño Juan Caramuel, amigo y consejero del Papa Alejandro VII, y que fué el que primero describiera el sistema de numeración binaria, en su obra Mathesis Audax (1644), traducida y editada parcialmente por Altafulla, como "Filosofia de la Matemática(1989), y esto  treinta años antes que lo hiciera Leibniz, al que se le atribuye inadecuadamente su invención. 

  Volviendo al asunto del desarrollo de la polémica de  los ritos, vemos que tres años más tarde, en 1659, la misma Congregación daba instrucciones a sus vicarios apostólicos. Las normas eran para los mismos vicarios, para que supieran a qué atenerse en su apostolado oriental. Es importantísima por su contenido, toda ella basada en los más depurados principios de la recta adaptación misionera, como si quisiera reconfirmar la decisión de 1656.- "No pongáis afán ninguno, ni aconsejeis con razón ninguna a aquellos pueblos para que cambien sus ritos, usos y costumbres, con tal de que no sean decididamente contrarios a la religión y buenas costumbres opertissime Contraria. Pues ¿qué cosa seria más absurda que tratar de introducir en China, a Francia, España o Italia u otra región de Europa? No es esto lo que habéis de importar. sino la fe. que no rechaza los ritos y costumbres de nación ninguna. a no ser que sean malos, antes quiere conservarlos intactos. Y como es propio de la misma naturaleza el preferir a todos los demás sus propios usos y costumbres nacionales, sobre todo las que han recibido por tradición de sus mayores, sobre todo si en lugar de ellas se introducen las costumbres de otra nación. Por tanto, nunca compareis las costumbres de aquellas naciones con las europeas, antes bien procurad de acomodaros vosotros a  ellas."


sábado, 27 de octubre de 2012

Empaquetamiento de esferas y los números


Empaquetamiento de Esferas

Sir Walter Raleigh (1554-1618), aventurero y escritor inglés, fue un personaje singular, que participó en expediciones de piratería contra las posesiones españolas, fundó la primera colonia inglesa en Norteamérica, luchó contra la Armada Invencible española y buscó, infructuosamente, la fuente de la juventud en la legendaria ciudad de El Dorado.


W. Raleigh
 
 En el año 1585, en una expedición que partió del puerto de Plymouth rumbo a Virginia, con el objetivo de establecer allí esa primera colonia británica.  Sir Walter Raleigh acuciado por la falta de espacio en el barco, preguntó a su ayudante, el matemático y astrónomo Thomas Harriot, si conocía algún método sencillo para calcular cuántas balas de cañón se pueden apilar en la cubierta de un barco.

Thomas Harriot

La pregunta, en términos matemáticos sería: ¿Cuál es el empaquetamiento más denso posible para un conjunto de esferas?.
Harriot fue incapaz de encontrar una respuesta matemática y pasó la consulta al gran astrónomo alemán Johannes Kepler. Kepler, en 1611, le contestó, pero no en forma matemática, sino afirmando que al igual que los fruteros colocan sus frutas, la sabiduría centenaria indicaba que el sistema más adecuado era el del apilamiento en forma de pirámide, declarando que esta técnica de empaquetamiento era la más prieta, y ninguna otra forma de apilar perdigones en un contenedor permite empaquetar más. Esta afirmación acabó por ser conocida como la conjetura de Kepler, también conocida como empaquetamiento cúbico centrado en las caras.

J. Kepler

          Según la conjetura de Kepler, la densidad de un empaquetamiento de un conjunto de esferas nunca excede de un número máximo. Este, indudablemente, es un problema apasionante de resolver en nuestra era de la Información, ya que guarda relación con las soluciones para guardar información en discos compactos o para comprimir información que haya de ser transmitida posteriormente.

C. F. Gauss

 A este tema le dedicaron tiempo y reflexión el matemático Carl Friedrich Gauss, Laszlo Toth y más recientemente Thomas Hales. 
 el matemático húngaro László Fejes Tóth introdujo una novedad importante al dividir el volumen que ocupaba una distribución de esferas en las llamadas celdas de Voronoi. Es decir, le asignó a cada esfera de la distribución una región del espacio formada por los puntos que están más cerca del centro de esa esfera que de ninguna otra. Por ejemplo, en el caso de la red cúbica centrada, la celda de Voronoi resultó ser un dodecaedro rómbico. 


Thomas Hales, matemático de la Universidad de Pittsburgh, tras recurrir a potentes ordenadores y programas informáticos, anunció a sus colegas que tenía la prueba de la conjetura propuesta en 1611 por el astrónomo Johannes Keppler sobre el empaquetamiento de esferas.

T. Hales

      Este problema, tiene una apariencia simple, pero ha derrotado los esfuerzos de los matemáticos durante casi cuatro siglos.   La conjetura de Kepler era ya a comienzos del siglo XX lo suficientemente importante como para que David Hilbert la incluyera en su lista de los 23 grandes problemas por resolver.

Consideraciones sobre la estructura geométrica y la cualidad de sus números.

  En el empaquetamiento se esferas nos permite deducir sus implicaciones desde el punto de vista del simbolismo geométrico.


Así podemos corroborar que a una esfera le pueden rodear, como máximo, solo doce esferas tangentes a la misma. Este empaquetamiento, como hemos analizado, tiene la cualidad de ser el más perfecto desde el punto de vista geométrico. A su vez estas doce esferas tangentes a la esfera central son tangentes a una esfera que las circunscribe y que tiene un radio tres veces mayor.

Podemos suponer que esta estructura física y geométrica, está apoyada la composición sagrada de la Iglesia fundada sobre Jesucristo y sus doce apóstoles.


 Encontramos una semejanza en la tradición hebrea, pues dice que la palabra "amor" se dice Ahabah y la palabra para uno se dice "Ehad".   Es reconocido que el valor numérico de Ahabah, tanto como de Ehad es 13. De tal manera que  y si sumamos los valores de estas dos palabras que definen a Dios como Único y como Amor nos resultará el número 26 que
corresponde al valor numérico de Jehovah.


Si observamos las operaciones que aparecen en el dibujo podemos ver que el espacio entre la esfera central y la esfera que circunscribe a las doce tangentes a esta, responde al valor de 26 si tomamos como unidad de medida el volumen de la central.
Se podría decir que Cristo corresponde a la esfera central, que toma contacto con doce esferas y estas doce a su vez toman contacto con otra que las circunscribe, y que tiene un radio tres veces mayor.


En los comentarios sobre el "Cantar de los Cantares", traducido por Mario Satz, este comenta que la palabra racimo o "eskhol" estaba relacionada con la idea fraternidad y la fidelidad del grupo, además de significar "fuego de la totalidad".
Es decir, una pluralidad que necesita ser estrujada para devenir uno. De
alguna manera el racimo geométrico más perfecto que rodea a la "uva" o
esfera central es el formado por las que la circunscriben.


Si continuamos añadiendo esferas a estas 12, conservando el orden y permitiendo que mantengan la propiedad de tangencialidad a estas 12 esferas, podemos comprobar que la tercera capa de esferas es la formada por 42 esferas.
Es curioso constatar esta propiedad geométrica del número 42 representado de diferentes formas en La Basílica del Pilar de Zaragoza, de alguna manera tiene unas propiedades geométricas que lo hacen excepcional.

       En el dibujo adjunto se puede ver una figura geométrica que cuantifica las 42 esferas de un empaquetamiento perfecto de las mismas

Otro comentario adicional es que el número 26, que corresponde al valor numérico de Jehovah, tiene la propiedad única entre todos los números de estar entre un número cúbico como el 27, que es tres al cubo, y un número cuadrado como el 25, que es cinco al cuadrado. Este descubrimiento lo hizo Fermat, que dijo textualmente.."El número 26 es un número único en todo el universo matemático"
Fermat 

Para interpretar geométricamente la teoría kabalística de Isaac Luria, este diagrama parece idóneo. Este autor  introdujo un nuevo elemento a la noción del Abismo con su nuevo desarrollo de la idea de tzimtzum o contracción. Luria se preguntó cómo era posible para el Ain Sof, el Dios oculto, crear algo desde la nada si no había ninguna nada para comenzar. Si el Ein Sof o el infinito está en todas partes, entonces ¿cómo podemos ser distintos del Ain Sof? Luria explicó que la creación fue solo posible porque una contracción en el Ein Sof creó un vacío donde Dios no estaba, que el Ain Sof eligió limitarse a sí mismo por un repliegue, y esto manifestó que el principio de limitación propia era un precursor necesario de la creación. No sólo explicó esto por qué la Creación está separada del Dios oculto, sino que enfatizó que el principio de limitación era inherente en la creación desde el comienzo. 



jueves, 4 de octubre de 2012

Los lazos y nudos


   A. K. Coomaraswamy ha expresado en su artículo “The Iconography of Dürer’s ‘Knots’ and Leonardo’s ‘Concatenation’”   la significación simbólica de ciertos “nudos” que se encuentran entre los grabados de Alberto Durero; tales “nudos” son muy complicados entrelazamientos formados por el trazado de una línea continua, y el conjunto se dispone en una figura circular; en varios casos, el nombre de Durero aparece inscripto en el centro. 


        Esos “nudos” han sido relacionados con una figura similar atribuida generalmente a Leonardo de Vinci, y en cuyo centro se leen las palabras: Academia Leonardi Vinci; algunos han querido ver en ellas la “signatura colectiva” de una “Academia” esotérica, como existían en cierto número en la Italia de la época.   Es  importante advertir que se trata de líneas sin solución de continuidad; los laberintos de las iglesias, igualmente, podían recorrerse de extremo a extremo sin encontrar en ninguna parte punto de interrupción ninguno que obligara a detenerse o a rehacer el camino, de modo que constituían en realidad una vía muy larga que debía cumplirse enteramente antes de llegar al centro.


      En ciertos casos, como en Amiens, el “maestro de obra” se había hecho representar en la parte central, así como Vinci y Durero inscribían en ella sus nombres; se situaban así simbólicamente en una “Tierra Santa”, es decir, en un lugar reservado a los “elegidos”. 
En un sentido más “interior” y profundo de este simbolismo el ser que recorre el laberinto o cualquier otra figuración equivalente llega finalmente a encontrar así el “lugar central”, es decir, su propio centro.   
La significación esencial y propiamente metafísica del simbolismo del hilo está siempre presente la representación del sûtrâtmtâ, el hilo único. El cual es el que  vincula todos los estados de existencia entre sí y con su Principio, como vemos aquí  lo esencial es que se trata siempre de una línea sin solución de continuidad.   


      Así el hilo o su equivalente puede replegarse sobre sí mismo formando entrelazamientos o nudos; y, en la estructura del conjunto, cada uno de esos nudos representa el punto en que actúan las fuerzas que determinan la condensación y la cohesión de un “agregado” correspondiente a tal o cual estado de manifestación, de modo que, podría decirse, ese nudo mantiene al ser en el estado de que se trata.  Ello se expresa, por un término como el de “nudo vital”. El hecho de que los nudos referidos a estados diferentes figuren todos a la vez en el trazado simbólico responde al punto de vista desde el cual todos los estados se consideran en simultaneidad, punto de vista siempre más principial que el de la sucesión. 


     Mircea Eliade ha hablado de la “ambivalencia” del simbolismo de las ligaduras y los nudos,  En primer lugar, cabe advertir a este respecto que una ligadura puede considerarse como lo que encadena o como lo que une, e inclusive en el lenguaje ordinario la palabra tiene generalmente ambos significados.  En el simbolismo de las ligaduras, corresponde a ello dos puntos de vista que podrían decirse mutuamente inversos, y, si el más inmediatamente aparente de los dos es el que hace de la ligadura una traba, ello se debe a que ese punto de vista es en suma el del ser manifestado como tal, en cuanto se ve a sí mismo como “atado” a ciertas condiciones especiales de existencia y como encerrado por ellas en los límites de su estado contingente. 
















     Desde este mismo punto de vista, el sentido del nudo es como un refuerzo del de la ligadura en general, pues, según antes decíamos, el nudo representa con más propiedad lo que fija al ser en tal o cual estado; y la porción de ligadura por la cual el nudo está formado es, podría decirse, lo único de ella que puede ver el ser mientras sea incapaz de salir de los límites de ese estado, escapándosele entonces necesariamente la conexión que esa ligadura establece con los estados restantes. 


El otro punto de vista puede calificarse de verdaderamente universal, pues abarca la totalidad de los estados, y para comprenderlo basta remitirse a la. noción del sûtrâtmâ: la ligadura, considerada. entonces en su extensión total, es lo que los une, no solo entre sí, sino también con su Principio mismo, de manera que, muy lejos de seguir siendo una traba, se convierte, al contrario, en el medio por el cual el ser puede alcanzar efectivamente su Principio, y en la vía misma que lo conduce a esa meta. En tal caso, el hilo o la cuerda tiene un valor propiamente “axial”, y el ascenso por una cuerda tendida verticalmente, al igual que el de un árbol o un mástil, puede representar el proceso de retorno al Principio.  



jueves, 6 de septiembre de 2012

LOS PALACIOS DE LA MEMORIA


 Cicerón cuenta en su De oratore la anécdota de la prodigiosa memoria del poeta  Simonides de Ceos,  comenta que se debe a este personaje el nacimiento  del Arte de la Memoria, una disciplina que tuvo un lugar privilegiado en los orígenes de la cultura occidental.


         Simonides se dio cuenta de que la memoria y el espacio estaban fuertemente relacionados y concluyó que cualquier persona podría desarrollar su memoria aprendiendo a formar imágenes mentales de lo que quisiera recordar y colocándolas en un espacio arquitectónico, imaginario o real, de manera que su posición en dicho espacio marcaría el orden de los objetos y los objetos, los conceptos asociados a ellos, del mismo modo que se usaban las tablillas de cera y las palabras grabadas en ellas.

     Los primeros tratados sobre la materia de memorizar de forma optima u texto o un discurso, como el "Rethorica ad Herennium", describían dos tipos de memoria, memoria rerum y memoria verborum; memoria para cosas y memoria para palabras. Cuando se aborda un texto, uno puede intentar recordar lo esencial o recordarlo literalmente. El romano Quintiliano, preceptor de retórica, despreciaba la memoria verborum. Aducia que crear semejante cantidad de imágenes, no solo era costoso, dado que requería un inmenso “palacio de la memoria” si no que era ineficaz e inestable. Ciceron coincidía en que la mejor forma de memorizar un discurso es punto por punto, no palabra por palabra, empleando la memoria rerum. En su De Oratione, sugiere, que un orador que pronuncie un discurso debería crear una imagen para cada asunto importante que quisiera tratar y situar cada una de esas imágenes en un “locus”. Reconoceremos que la “locución es un vestigio filológico del arte de la memoria.
       La historia de Simonides de Ceos es esta: “En un banquete en casa de un honorable de Tesalia llamado Scopas, el poeta Simónides de Ceos recitó un poema en honor de su anfitrión. El poema cantaba lo típico: la generosidad de Scopas, la hospitalidad de su casa, la belleza de su señora, etc. Sin embargo, Simónides añadió unas estrofas en honor a Cástor y Pólux. Un poco picado, Scopas le dijo que, ya que debía compartir la gloria con los gemelos sagrados, era justo que también compartiera los gastos: Simonides recibiría sólo la mitad de lo acordado y no había más que hablar. Poco más tarde, un criado anunció que dos hombres jóvenes querían hablar con el poeta y Simonides salió al jardín.

        Cuando llegó, la inesperada visita se había esfumado pero, al volver, Simonides se encontró que el techo del palacio se había desplomado sobre los invitados, matando a todos en el acto. Los misteriosos jóvenes -Castor y Polux in disguise- habían pagado su mitad salvando al poeta de una muerte segura.     Los cuerpos estaban tan desmigajados que los familiares no encontraban la manera de distinguirlos para darles sepultura. Por suerte, Simonides pudo identificarlos uno por uno, recordando las posiciones en las que estaban sentados.



lunes, 27 de agosto de 2012

El Espejo, poesía y caligrafia en el islam


           Sobre el espejo, símbolo muy japonés. Mansur Al Hallaj (857-922) suministró a los místicos sufis uno de los contenidos ideales para la composición en "espejo", donde la caligrafía está representada doble y al revés, como se ve en un espejo. 


El principio sufi es ir del exterior, a oscuras, al interior, a la luz. Nacido opaco, el hombre debe trabajar sobre sí mismo para comenzar a brillar y tornarse puro como la superficie del espejo. Sólo entonces habrá de reflejar la divinidad. Los versos "palindrómicos" de Al Hallaj escritos en espejo son estos:

"Yo soy aquél(la) que yo amo y aquél(lla) que yo amo soy yo
Nosotros somos dos almas en un cuerpo
Verme a mí es verlo a el(la) y verlo(la) es vernos a ambos
"


 Una traducción libre, en la que se deforma el espejo literal, de este poema “especular”, es esta:

¡Oh, tú que planteas preguntas sobre nuestra aventura!
Si nos hubieras visto no nos diferenciarías más.
Me he he convertido en Aquel a quien amo,
y Aquel a Quien amo se ha vuelto yo.
Somos dos espíritus infundidos en un solo cuerpo.
Desde que vivimos en confianza mutua,
las gentes hacen proverbios con nuestra leyenda.
Cuando tú me ves, Le ves, y cuando Le ves, nos ves.
Su Espíritu es mi espíritu y   mi espíritu es Su Espíritu.
Somos dos espíritus viviendo en un solo cuerpo.


  Además de los versos especulares se han realizado caligrafías en espejo. Consiste la caligrafía especular en  construir la obra alrededor de un eje de simetría, reproduciéndose los mismos trazos a ambos lados del eje, como si de un espejo se tratara. De esta modalidad caligráfica encontramos  inscripciones en la Alhambra, aunque fueron los calígrafos otomanos quienes la elevaron a sus niveles más altos de complejidad, desarrollo y belleza..



 Esta modalidad caligráfica expresa de una bella forma la aleya coránica predilecta de los derviches mevlevíes que dice así: “A Al·lâh pertenecen Oriente y Occidente. Allá donde te gires verás el rostro de Al·lâh. Él todo lo conoce y abarca” (Corán 2, 115). Dicha idea del espejo como símbolo de un mundo que no hace sino reflejar los signos o ayâts divinos, la hallamos también en el saludo islámico por antonomasia: “As-salâmu ‘alaykum” (La paz esté con vosotros); y en su respuesta: “Wa ‘alaykumu-s-salâm” (Y sobre vosotros la paz).  

      En la arquitectura islámica, son los estanques los que ejercen esta función de expresar el principio de la unidad y unicidad del ser;  
así la construcción se refleje en ella.  
          La  música,  también se ha servido de la repetición de unos mismos pasajes melódicos en octavas distintas para perseguir el mismo objetivo. La música y caligrafía poseen en el islam, y más particularmente en el tasawwuf o sufismo, su dimensión interior, un estrecho maridaje. No en vano, el calígrafo escribe mediante un cálamo de caña y el neyzen compone música con un ney, la célebre flauta derviche también de caña.


Este levha (panel caligráfico) otomano del siglo XVIII representa la frase chiita: «'Ali es el lugarteniente de Dios» en anverso y reverso, lo que crea una imagen especular exacta.   La escritura especular y la realización de imágenes especulares se desarrollaron en el Imperio otomano en los siglos XVIII y XIX, en particular en las sedes místicas asociadas con la orden Bektashi.

 En este  ‘modelo en espejo’, la parte derecha de la caligrafía se refleja en la parte izquierda, y viceversa.  Así las composiciones caligráficas en espejo (ya sean dos Hû -literalmente Él- que se miran, o dos letras como la wâw, por no citar sino ejemplos muy clásicos) persiguen mostrar, a través del arte de la caligrafía islámica o jatt, la que es la intuición espiritual fundamental del sufismo, a saber, el llamado tawhîd espiritual, reformulado por los sufíes bajo la fórmula sintética árabe wahdat al-wuyûd, que podríamos traducir como principio de la unidad y unicidad del ser, según el cual sólo la divinidad es existente, siendo el mundo un depósito de signos teofánicos.

Esto es un juego que he realizado con el photoshop.