En
la Divina Comedia de Dante, en el final del Purgatorio, el Ángel se aparece y
les recuerda que sólo los puros de corazón verán a Dios, y les informa que más
no se puede avanzar sino pasando primero por el fuego. Pasa Dante la prueba del
fuego e inicia el ingreso al paraíso terrenal. Dante tiene un sueño simbólico
en el que intervienen Lia y Raquel, símbolos de la vida virtuosa y de la
contemplación. Dante se despierta y junto a Estacio y Virgilio ascienden los
últimos tramos.
En
la entrada del Paraíso terrestre, Virgilio
debe separarse del poeta luego de haberlo proclamado ya poseedor de su libre,
recto y sano arbitrio. Como guía en esta parte Dante tendrá al poeta latino Estacio, quien lo
conducirá al jardín celeste, donde lo acogerá Santa Matilda,
quien es una anticipación de la aparición de Beatriz. Las almas del Purgatorio
ya están salvadas, pero antes de llegar al Paraíso, para expiar sus pecados
deben subir la montaña como hacían en los tiempos de Dante los peregrinos que
se dirigían hacia Roma
o Santiago de
Compostela para hacer penitencia. Dante se interna en el Edén, hasta
un arroyo que interrumpe su camino.
En la ribera opuesta aparece Matilde y le
explica a Dante que el origen del rumoroso son que inunda el jardín y que ése
espíritu difundido fecunda el jardín de variedad de plantas. Le explica también
el origen de los dos ríos del Edén: el Lete y el Eunoe. Finalmente indica que
éste es el Parnaso cantado por los poetas, que aquí es siempre primavera y aquí
se bebe el néctar del que todos hablan.
Sobre
esos dos ríos se dice que las aguas del Leteo hacen olvidar los males
cometidos, y las del Eunoe, hacen recordar los bienes realizados. Así antes de
entrar en el Paraíso el alma bebe de los dos ríos. De esa forma el hombre se
purifica: El mal es perecedero y el bien es inmortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario