martes, 14 de diciembre de 2010

La Estultolitiásis, una antigua enfermedad

“Maestro, quíteme la piedra, me llamo Lubbert Das”

 “Meester, snyt die Keye ras, myne name is Lubbert Das” 

La piedra de la locura  se le podría llamar estultolito, y a los que la tuvieran, serían diagnosticados de estultolitiasis.   Esta piedra era extirpada en otros tiempos en actos públicos  así como las muelas enfermas.  Esta denominación nosológica deriva de Estulticia (del lat. stultitĭa), adjetivo que tiene sinónimos como necedad tontería.

La piedra de la locura H. Bosch (El Bosco)

Se suponía que la piedra de la locura era la causante de la enajenación, de los desvaríos y delirios y se extendía su influencia hasta la estulticia, o estupidez humana. A su vez este hecho muestra la credulidad, inagotable de la especie humana.  En ese tiempo los charlatanes decían curar la locura mediante la extirpación de esta litiasis naturalmente alojada en la cabeza.
 Paracelso y otros médicos fijaban una causa orgánica a la locura y, se hizo  opinión corriente atribuir el mal a excrecencias cerebrales que podían llegar a hacer bulto hacia el exterior de la caja craneana.
De esto se aprovecharon los charlatanes, que ofrecían la extirpación curativa que, por suerte, no pasaba de una pequeña incisión en alguna parte de la cabeza y la demostración de la supuesta piedra extirpada. Tal como hacían los sacamuelas que exhibían una muela, era en verdad producto de su habilidad de prestidigitadores, no de cirujanos. Tan popular fue esta creencia que quedó retratada en cuadros célebres, algunos de pintores renombrados, como Hyeronimus Bosch y Pieter Brueghel el Viejo, y así lo verá el lector en la ilustración adjunta.

Un cuadro de El Bosco presenta al charlatán con un embudo en la cabeza, emblema de la locura visible en otros cuadros del pintor.  El embudo como sombrero hace alusión a la poca capacidad que tenía su intelecto para recibir el conocimiento. Solo entraba lo que cupiera por ese pequeño agujero. El paciente que le pide la extirpación dice llamarse Lubbert Das, nombre que tipificaba la estupidez máxima en la cultura de los Países Bajos. Un clérigo parece estar bendiciendo la intervención y una monja no muy preocupada luce un libro cerrado en la cabeza, como si tuviera la certeza de que la única finalidad de los libros es mantener la espalda recta.  Representación ésta de la ignorancia y la superstición atribuidas a los pícaros religiosos de entonces. Estos eran los semejantes a los pícaros y dogmáticos y cientifistas de ahora.  Es curioso advertir que lo que extrae de la cabeza del hombre no es una piedra, sino un tulipán, flor que era considerada la flor de los tontos.


Nuestros antecesores, los barberos sacamuelas, eran por tanto los encargados de extraer los estultolitos y de otras cirugías menores. De entre sus menospreciadas filas, empero, surgió el gran Ambrosio Paré, quien afirmó que el dolor más tremendo que no mataba era el dolor de muelas.   Los cirujanos del tipo de los sacamuelas y extractores de estultolitos eran en general ambulantes y montaban escenarios en plazas públicas o cerca de  lugares transitados.  
  Esta antigua locura o “Estultolito” ha crecido en nuestros contemporáneos  y nosotros, los dentistas actuales, no podemos extirparla ya que tan grande ha devenido, que si logramos quitarla es posible que, con ella, el paciente pierda la vida.   

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